La comida y las emociones
Al comienzo de un nuevo año casi siempre una de nuestras principales metas es bajar de peso, comer más sano, hacer más ejercicio. Pero cuando NO se lleva a cabo una dieta sana y balanceada no nada más adquirimos problemas físicos si no también podemos desarrollar problemas emocionales, ya que la alimentación está ligada directamente con las emociones y los sentimientos. Estos sentimientos que a veces no son expresados de una manera asertiva los llevamos a la comida.
Nos llegamos a sentir culpables y avergonzados con nosotros mismos por no tener un cuerpo “perfecto”, por no ser perfectos, sin darnos realmente cuenta de que nadie lo es y que todos somos únicos y diferentes. Estas emociones nunca nos van a traer paz con nuestro cuerpo o con los alimentos, lejos de ayudarnos nos perjudican tanto que podemos caer en conductas autodestructivas como ayunos prolongados y conductas compensatorias como ejercicio excesivo o fuertes atracones. Hay que remplazar estos sentimientos por amor y nobleza hacia nosotros mismos, queriéndonos y preocupándonos por nuestro cuerpo, practicar más a menudo el tener compasión por nosotros mismos, y el de premiarnos y preocuparnos por nosotros sin usar la comida como premio.
Vivimos en una sociedad en donde se celebra al rededor de la comida, se le da un peso muy importante, desde que somos chicos nos premian con comida, “si te portas bien te doy una paleta”, o te llevo a comer, te regalo chocolates. Le hemos puesto a la comida una connotación que no debería tener, la vemos como reconfortante en situaciones de estrés o tristeza, por lo que es muy difícil no adjudicarle nuestras propias emociones.
Debemos aprender a separar las emociones de la comida; es normal que algunos alimentos produzcan diferentes emociones en nosotros pero hay que evitar recurrir a los alimentos cuando tengamos sentimientos o emociones fuertes como tristeza, desamor, estrés, ansiedad, etc.
¿Cómo sabemos si tenemos hambre física o emocional?
Según la doctora Melissa McCreery existen 10 señales que nos dicen si tenemos hambre emocional:
- El hambre aparece repentinamente y exige ser satisfecha inmediatamente, mientras que el hambre fisiológica aparece gradualmente y puede ser pospuesta.
- Sigues comiendo aún cuando te sientes satisfecho o el hambre no se va aunque te sientas lleno.
- Comes hasta el punto de sentirte físicamente incomodo.
- No sabes si tenías hambre o no cuando comiste.
- Después de comer te das cuenta de que realmente no estabas consciente de cuanto comiste o de como sabía la comida.
- Tienes sentimientos de vergüenza o culpa después de comer.
- Comes cuando estás aburrido, cansado, solo o emocionado.
- El hambre se acompaña con una emoción poco placentera como enojo o ansiedad. Comer emocionalmente comienza en tu mente no en tu estomago.
- Tienes antojos de comidas específicas y no te sientes contento hasta que las comas. En cambio, con el hambre fisiológica con cualquier comida te sientes satisfecho.
- Sigues comiendo o picando porque no puedes identificar de que estas hambriento.
¿Te identificas?
Por: Anhara Estévez Zárate
Psicóloga Clínica, especialista en adicciones y trastornos alimenticios.
Consultorio: Prado Norte 531-G, Lomas de Chapultepec, Ciudad de México.
Teléfono: 0447223942424
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